No, no estoy enfermo. El COVID-19 llegó a mi familia y estoy preocupado. Además de un fuerte dolor de estómago, que me mantuvo adolorido y también nervioso por temor a haber contraído el virus (pero que no paso de ser una consecuencia de un almuerzo de domingo), estoy afligido pues unos tíos y mi ahijado han contraído el COVID-19 desde la semana pasada.

Los contagios de mi tía J, mi tío R y mi ahijado CA han traído a esta pandemia más cerca de lo que me gustaría. Oramos por ellos y estamos pendientes de lo que puede faltar, todo lo que sea para que ellos puedan estar bien de nuevo. Pienso cuánto me gustaría verlos bien otra vez. Pienso mucho en mi tía J, que es la más delicada.

A partir de lo que está pasando mi tía J, estuve pensando que ella podría ser una gran montañista. Es más, Perú podría tener el mayor número de montañistas experimentados en el mundo. Ustedes se preguntarán por qué estoy leyendo esta idiotez… ¿Será por qué tenemos unos andes hermosos con diversas cumbres listas para escalarlas? No.

Tenemos un gran potencial de tener el mayor número de montañistas debido a que somos uno de los países con más contagios de COVID-19 en el mundo. ¿Y esto qué tiene que ver? Pues básicamente que existen varias similitudes entre contraer el COVID y subir una montaña. Si bien el montañismo es algo que uno hace de manera voluntaria y el COVID-19 es un virus que nadie quisiera tener voluntariamente, les explicaré algunos puntos que pueden o no ser válidos. No quiero llevar este tema a algo poco serio. En principio, no es mi intención. Pero también un poco sí.

Hace poco tuve una experiencia muy especial, estuve escalando montañas en el Cusco. Aquí un poco de la aventura. Cuando subes una montaña en los andes peruanos, cada paso a más de 4000 msnm es un pequeño triunfo, la frase “paso a paso” tiene el mayor sentido pues con el poco oxigeno que pueden consumir tus pulmones se hace más difícil respirar y realizar cualquier esfuerzo físico. Con el COVID-19 pasa un poco igual, cada paso cuesta, cada respiración también y mientras avanzamos se torna peor.

El dolor de cabeza también está presente. El popular mal de altura, o mal agudo de montaña, es la falta de adaptación de nuestros cuerpos a la hipoxia o falta de oxígeno, a más rápido vayamos más rápido viene el dolor de cabeza. En el caso del COVID, se puede desarrollar hipoxemia, que es la disminución grave de la cantidad de oxígeno que lleva la sangre. A menos oxigeno por el cuerpo, los órganos comienzan a fallar.

Al subir una montaña tu mayor alegría será llegar a la cumbre, en el caso de los que han contraído el COVID-19, la cumbre será sobrevivir. Para los montañistas que llegaron a la cumbre, sabes que aún falta la bajada, y que por más fácil que se crea que es, no lo es, también debes tener mucho cuidado pues una falla puede causar un accidente fatal. Para los enfermos de COVID que se están recuperando, debería ser lo mismo, una vez que estás saliendo de los peores días, no debes hacer como si nada, requieres descanso, aislamiento y seguir cuidándote, como si nunca lo hubieras tenido.

Subir una montaña siempre ofrecerá algo nuevo e inesperado, ya sea por el terreno o por el clima o por la ruta que tomaste ese día. Esa incertidumbre da miedo. A unos más a otros menos, pero da. El montañismo es una actividad en la que no hay una fórmula perfecta para ascender o descender, se aprende siempre. Guardando las respetables distancias, en el COVID tenemos miedo, estoy seguro que lo experimentan más los que lo adquieren que sus familiares. Estás ante un virus del que se conoce muy poco y que te puede quitar la vida muy rápido.

Por último, y no menos importante, con quién subes a la montaña. En nuestro caso nos acompañó un guía muy capo, se llama Alfredo. Nos hizo sentirnos súper seguros, aunque la ruta no lo era del todo, cada direccionamiento al prepararnos para subir, al subir, al escalar y al bajar, fue necesaria y lo que necesitábamos para realizar tremendas travesías y sentirnos muy bien al terminar. Cuando contraes el COVID-19 tienes varios guías, el primer y más especialista es el cuerpo médico que te cuida, debes confiar y acatar lo que te digan. De ello depende tu mejoría. El segundo guía es tu familia, los que te quieren, están acompañándote a la distancia o en la casa cuidándote, esperando a que te recuperes del todo. Confía en ellos.

Con todas las personas que se han contagiado del COVID-19 ya tenemos a millones de personas que han experimentado terribles momentos. Y también tenemos una gran parte que sabría lo que se vive en una montaña, no queriendo decir que subir montañas sea terrible, todo lo contrario, he ahí donde se alejan estos dos conceptos. Lamentablemente, hoy más que nunca, somos un país de cumbres. Por ahora, las cumbres de segunda ola y no las que te permiten ver un lindo amanecer a más de 5000 msnm.

Les propongo esto a los que han salido de la enfermedad. Cuídense. Valoren esta segunda oportunidad. Cambien sus hábitos, coman mejor, hagan algo de ejercicio, despejen su mente, seamos mejores personas, más limpios y por qué no, algún día plantéense subir algunas montañas, comiencen subiendo las escaleras y dejen de usar ascensores. Quien sabe, algún día Perú podría ser reconocido como el país con más montañistas y no como el país con más contagios en una pandemia. Yo prometo llevar a mis tíos a una montaña, en cuanto se pueda.

Quizá este texto te parezca algo raro, pero desde que empezó la pandemia la preocupación por la vida de uno de mis familiares está en su pico más alto. Esta preocupación llegó acompañada de insomnio y llanto que, gracias a Dios y a Pao, pude guardar calma y ayudar más. Qué importante es tener a alguien al lado para hablar y ayudarte cuando lo necesitas. El insomnio trajo a mi mente la montaña y el covid 19, la montaña es una de mis pasiones y el covid es uno de mis temores, los junté y salió esto. Prometo dormir más para que no lean estas cosas.

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